miércoles, 6 de mayo de 2009
Introducción
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La Universidad será reconocida como la institución universitaria del Estado y de la sociedad colombiana que, interpretando los profundos cambios del entorno nacional e internacional, responde con propuestas e innovaciones al desarrollo y transformación de la educación, aportando al nuevo Proyecto Político Pedagógico para la educación colombiana.
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CURRÍCULO Y EVALUACIÓN EN LA UNIVERSIDAD DEL MODELO NEOLIBERAL
CURRÍCULO Y EVALUACIÓN
Rafael Díaz Borbón
Universidad Distrital Francisco José de CaldasResumen: Las normas colombianas sobre Educación Superior compelen a
Este ensayo procura ahondar en el corazón del problema que significa obligar a
Abstract: Colombian laws of Higher Education compel the University to follow a plan of competences-skill curriculum. This has to be developed in the training of professional careers conditioning evaluation their results. Ought to Higher Education and professional careers to be rutting by competences-skills and evaluation to reduce its action to establish results validity of them?
This essay intent to go inside the core of the problem that means to oblige university to follow the plan of competences-skills for working performance. Taking in mind points of views of researchers in the field, the paper writes down conceptual foundations and main arguments, supported on commentaries about the contexts in which Colombian education performs under the hegemony of neoliberal society.
El Currículo en las Reformas
Si se repasan las normas expedidas desde la década de 1.990 sobre Educación Superior, -época en la cual se introduce de lleno la nueva doctrina con “
La reforma curricular neoliberal, ejemplo de concepción instrumental del Currículo, simplemente entronca en la tradición tecnológica impulsada por el Ministerio de Educación Nacional desde la década de los años setenta del siglo pasado. Un acostumbrado ringlete de Materias ordenadas por semestres y años académicos, especificados luego en objetivos, unidades temáticas, metodología de desarrollo y recursos de información y apoyo a disposición del Profesor para la enseñanza. De cómo actúa dicha instrumentación, desde dentro en el operacionalismo funcional y, desde fuera, en los cambios visibles a
Lo denominado por varios autores el currículo oculto o invisible, compuesto por las inter-relaciones de aprendizaje entre sujetos por fuera de los diseños curriculares se muestra intrascendente frente a la contundencia de los currículos con los cuales se enseña a pensar, a sentir, a actuar a través de la acción educativa en los distintos campos de conocimiento, según las decisiones de los poderes en el dominio económico y político de un país, proyectadas públicamente a través de unas políticas educativas. Pedagógicamente, esas decisiones van a determinar la estructura curricular donde los esquemas didácticos devienen apenas formalidades. El currículo económico y político, de relaciones de poder y control social, siendo lo determinante de aquello denominado por Apple el qué, cómo y para qué de la enseñanza constituyen la rutina del Currículo. En lenguaje y formas educativas los parámetros esenciales configuradores y justificadores del Currículo. No se ve pero, en el nivel de connotación, implanta el qué, el cómo y el para qué de los ajustes programáticos del Currículo de
Créditos, Estándares, Competencias y Habilidades
en
Aunque existe una premeditada separación entre los niveles de
Según esas influencias, a pesar de la separación entre el nivel inferior y el superior del Sistema, se presiona para acomodar el Currículo de las Carreras a una metodología de logros y estándares también.
Ya se ha indicado; pero, quizá, no redunde repasar el significado y fines de los llamados “créditos académicos”, traídos por el Decreto 2566, un instrumento reorganizativo no solo del Currículo; también de la organización financiera, administrativa, académica, laboral y profesional, desde lo nuclear del Currículo. El hecho declarado, en el mencionado Decreto, de ser un “crédito académico”, no hace preveer sus incidencias inmediatas en los otros componentes organizativos de
Los Artículos, del 17 al 21 incluso, ocupan el sentido y finalidad de los créditos en el Decreto 2566. “Las instituciones de educación superior expresarán en créditos académicos el tiempo de trabajo académico del estudiante”, porque, se trata, según la lectura denotativa del texto legal, de ayudarle al estudiante a mejorar su aprendizaje y su formación concediéndole mayor autonomía y más tiempo independiente para estudiar. Un “…tiempo estimado de actividad académica del estudiante en función de las competencias que se espera el programa desarrolle…”, concebido en márgenes de tiempo. Tiempo, porque éste suma rentabilidad y gasto: Entre más se prolonga la permanencia del estudiante en el plantel educativo, más inversión, más consumo, menos ahorro en insumos y servicios. Tiempo y dinero constituyen el núcleo de los denominados “créditos académicos”, teniendo como opuesto –porque remite obligadamente a una comparación didáctica de tiempo, enseñanza y aprendizaje– la figura de Asignatura, su intensidad horaria y la permanencia en clase, la duración del período académico. El reemplazo de
“Un crédito equivale a 48 horas de trabajo académico del estudiante, que comprende las horas con acompañamiento del docente y demás horas que el estudiante deba emplear en actividades independientes de estudio, prácticas, u otras que sean necesarias para alcanzar las metas de aprendizaje, sin incluír las destinadas a la presentación de las pruebas finales de evaluación.
El número total de horas promedio de trabajo académico semanal del estudiante será aquel que resulte de dividir las 48 horas totales de trabajo por el número de semanas que cada institución defina para el período lectivo respectivo” (Artículo 18).
Toda una fórmula económica sobre varios aspectos y componentes curriculares, si se redujera a ese espacio didáctico. Comparándolos con la condición anterior a cuanto aquí se ordena–, contextualizando las cifras, un semestre académico, inicialmente, constaba de 20 semanas de clase; con los ajustes de iniciación, se suprimieron 4 quedando en 16 semanas: Menos permanencia, menos conocimiento, menos procesos de socialización, menos enseñanza, menos aprendizaje, menos participación en la vida institucional. Sobre esa cuota de 16 semanas, durante las cuales en promedio una Asignatura consta de 4 horas semanales de clase, en el nuevo lenguaje de “con acompañamiento docente”, en el aula de clase se imparten 16 horas de clase, fruto de dividir “48 horas de trabajo académico” por ese número de semanas. Anteriormente,
Los créditos, unidades de tiempo, de dinero, de delimitación cuantitativa del conocimiento, de la enseñanza y el aprendizaje, apuntan como horma obligada a la formación profesional, ayudada por las otras “normas técnicas” consignadas en los Decretos sobre Currículo de las Carreras. Los estándares vienen en correspondencia con el condicionamiento de lo antedicho y, aunque los Decretos donde estas normas aparecen no entran en mayores explicaciones, definiciones diferenciadoras y vinculantes en sus relaciones y dirección final hacia donde convergen, van juntas sembrando de eslabones el camino hasta llegar a las “competencias profesionales”: Referentes de seguimiento a la doctrina de donde proviene este aparataje conceptual y metodológico para reajustar los Currículos redefiniendo el ser y el hacer de las profesiones. Ya sucedió hace más de treinta años (1970), inicialmente en Estados Unidos con la crisis educativa de esos tiempos y el rediseño de la formación de los Educadores para afrontarla. Luego, en Gran Bretaña, donde adquiere su mayor perfeccionamiento, trasladándose con
“Las competencias técnicas están constituídas por estándares de competencia específicos requeridos para el desempeño satisfactorio de los diferentes empleos o puestos de trabajo…” (pág. 30).
A específico tipo y nivel de estándares, han de corresponder entonces unas específicas competencias. La cerrada defensa de Diane Ravitch por
“…los estándares para un nivel determinado de, por ejemplo, la competencia clave “resolución de problemas” no se establecen como resultado de un análisis funcional aplicado en un campo ocupacional determinado (los campos ocupacionales donde puede tener lugar la resolución de problemas son prácticamente infinitos)…” (página 36).
Los estándares, medidores, demarcadores, indicadores de un nivel de contenido de algo, según el origen de su concepción y aplicación, siendo una especie de reguladores, hallan su vínculo en las competencias; éstas les proveen su utilidad regulativa al condicionarlas en su contenido y alcance. La resolución de problemas, a la vez relacionada con los núcleos problémicos, manifiestan la familiaridad de sus vínculos cuando se los encuentra operando conjuntamente en el Currículo al servicio de una causa: La reforma curricular en cuanto, la dinámica y la diferencia de sus cambios, promueven las estrategias e instrumentos de las competencias, así en la legislación mediante la cual se introducen en el lenguaje de
Según Asís Blas, muy numerosas han sido las definiciones de competencia de acuerdo a conceptos ideados por distintos autores, como esta de “…lo que un sujeto puede hacer, más que como lo que un sujeto efectivamente hace…”. Para la “Ley Orgánica 5/2002, del 19 de Junio, de las cualificaciones y de
“La competencia es un saber hacer frente a una tarea específica, la cual se hace evidente cuando el sujeto entra en contacto con ella. La competencia supone conocimientos, saberes y habilidades que emergen en la interacción que se establece entre el individuo y la tarea y que no siempre están de antemano” (pág. 39).
Asís Blas cita doce autores con sus definiciones de competencia, cada uno, al estilo de las instituciones y los países, diciendo lo mismo con distintas palabras; en unos y otros, al menos, se identifican tres elementos comunes, por encima del diferente estilo de decirlo. En todos se encuentra una capacidad para hacer algo basada en unos conocimientos y unas habilidades específicas para cumplir una actividad específica en circunstancias específicas dentro del mundo del trabajo. “El desempeño satisfactorio”, “la tarea”, “los resultados esperados”, hablarán de la eficiencia de la competencia y, a partir de ellos,
“Un estándar de competencia constituye la expresión o definición operativa mínima de una competencia profesional. Por definición, un estándar de competencia describe tanto los comportamientos o acciones que se espera que realice un sujeto como los resultados que se espera que se deriven de dichos comportamientos o acciones” (pág. 47).
Esto dice, una vez más, cómo los Decretos sobre los créditos, uno, y el otro, sobre competencias para las Carreras Profesionales, aunque presenten dislocadamente su estrategia de cambio de los Currículos, al estilo del proyecto social neoliberal, poco a poco se van imponiendo sus reformas. Dicho estilo, impide analizar integralmente la panorámica de los cambios. Ventajosamente para el lector, el libro de Asís Blas entrega esa panorámica en el origen, desarrollo y finalidades de esa estrategia para el cambio de los Sistemas Escolares a tono con las exigencias del poder del mercado, en
“…para el enfoque de la formación basada en la competencia el objetivo de los programas formativos no es, fundamentalmente, adquirir conocimientos sobre hechos y conceptos, sino adquirir competencias profesionales (lo cual implica, por supuesto, adquirir conocimientos sobre hechos y conceptos; pero también adquirir conocimientos o saberes sobre procedimientos y actitudes). Y los elementos de una competencia profesional no son establecidos por los docentes, ni por quienes diseñan los programas formativos, sino que son definidos por expertos en los diferentes campos ocupacionales a partir del análisis de los requerimientos que se precisan para el desempeño efectivo de las ocupaciones o puestos de trabajo” (pág. 69).
La diferencia de objetivos de “la formación basada en los conocimientos” del Currículo disciplinar de las ciencias, el arte y la filosofía, cuyo objetivo residía en el conocimiento, la adquisición de una cultura, el hacerse humano dotado para convivir en una sociedad surtida de complejidades, por ejemplo, para las competencias vocacionales, su instrucción apunta a la preparación de unas habilidades específicas para el desempeño en una actividad específica en el campo laboral como obrero u empleado. El cambio de objetivos cambia el Currículo, aunque “…el currículo diseñado desde el enfoque de
Con el estilo con el cual la legislación ha venido alterando el Currículo, aparece la presión de funcionarios y docentes colaboradores para adoptar la organización por ciclos y módulos sin ligarla a las otras medidas. Asís Blas evidencia su pertenencia de herramientas de la estrategia de la competencia.
“…la estructura o formato curricular de los programas formativos que adoptan el enfoque de
Copartícipe desde el Ministerio de Educación y Cultura de España en la introducción de las competencias al Sistema Escolar Español, la definición de “módulo” retoma la consignada en “…el artículo 8 del Real Decreto 1086/2003…de “…una unidad formativa coherente, cuyos contenidos se agrupan, no en función de su afinidad interna (como ocurre en las asignaturas tradicionales), sino en función de la competencia que deben procurar” (pág. 74). Con base en esa función “que deben procurar”, el objetivo para el módulo de esta instrucción, “…consiste en procurar la competencia profesional especificada en la unidad de competencia a la que está asociado” (pag. 75). Los contenidos de este Currículo devienen consecuencia de la función y el objetivo, dividiéndose en “Los contenidos relativos al saber hacer o de carácter procedimental (contenidos del tipo procedimientos: Como realizaciones, habilidades, técnicas, destrezas, estrategias…); “Los contenidos relativos al saber o de carácter factual y conceptual (contenidos del tipo hechos y conceptos: como datos, hechos, informaciones, conceptos, teorías, leyes, principios…); y “Los contenidos relativos al saber ser/estar o de carácter actitudinal (contenidos del tipo actitudes, valores, normas: como empatía, cooperación, compromiso, disposición para el trabajo en equipo…)” (págs 76 y 77).
El enfoque de las competencias pretende constituírse en un sistema sin vacíos, y en su interés por crear una estructura teórica para mostrar diferencias y provocar una percepción de novedad y avance, flaquea con obviedades fácilmente reconocibles, poco originales. Un ejemplo consiste en su definición de “metodología activa” sustentada en la comunicación profesor-estudiante pretendiendo destacar lo novedoso y exitoso de su empleo:
“…este enfoque didáctico de los procesos de enseñanza y aprendizaje pretende ser una alternativa al tradicional binomio didáctico: el profesor transmite y explica información y conocimientos, frente al alumnado que los recibe (pasivamente) procurando su asimilación y comprensión. La didáctica activa postula un cambio significativo de roles, tanto del profesor como del alumnado” (pág. 81).
En aseveraciones del autor, en “…las modernas sociedades de la información y el conocimiento no tiene sentido el que el profesor se limite a transmitir (y, en su caso, explicar) un determinado tipo de informaciones y conocimientos…”. El rol del Profesor y del estudiante contienen “nuevas” obligaciones académicas traídas por la sociedad de la información y del conocimiento:
“…su función debe estar más relacionada con la orientación, la autorización, tutorización de condiciones de aprendizaje…, en fín, la facilitación de medios y métodos que permitan al alumnado desarrollar una actitud mucho más activa en el proceso de aprendizaje. Dicha actitud significa que es al propio alumnado al que corresponde buscar y seleccionar la información adecuada para solución de un problema, así como ir elaborando su propio aprendizaje y construyendo sus propios conocimientos mediante el ensayo de diferentes soluciones posibles a los problemas planteados y a la identificación de aquellos que resulten más apropiados (los cuales serán procesados como saber hacer adquirido o construído)” (pág. 82).
Ya en ensayo publicado en
Si se puede hablar de los créditos y del enfoque de las competencias, de cómo su proveniencia e instrumentación obedecen forzosamente a principios económicos y políticos, igual cabe afirmar de las características del “modelo o didáctica activa”. Una vez el rompecabezas se completa, esta didáctica hace parte de una estructura técnica del Currículo con base previa en los Créditos. Las mismas ideas dan soporte en el Decreto 2566. No redunda el confirmar leyendo las citas de Asís Blas: Se deben a lineamientos económicos. Integrar Créditos con Competencias, arroja rentabilidad. La independencia o autonomía prescrita para el estudiante, al enviarlo a estudiar, a investigar por su cuenta, ahorra horas de clase presencial, ahorra el pago de esas horas al Profesor, ahorra costos de insumos y mantenimiento de plantas físicas, ahorra estabilidad laboral de Profesores y empleados, para repetir ejemplos ya citados.
El manejo del proceso enseñanza-aprendizaje por la metodología activa, en reemplazo de las unidades temáticas o contenidos de los programas de asignatura, al priorizar el saber-hacer, conviene perfectamente con la formulación y resolución de problemas como forma de aprender y ejercitar la competencia. Los núcleos problémicos impulsados en las mismas aulas, responden a la conexión del enfoque de las competencias. Dice Asís Blas: “Como ilustración o expresión concreta de la didáctica activa, debe aludirse a la confesada simpatía del enfoque de
No habría tal vez motivo de extrañeza con el proyecto de imponer a
El control, del cual se ocupa el siguiente apartado, se asegura de la efectividad de su accionar instruccional, porque anda vigilante de las corroboraciones objetivas, de los resultados cuantitativos diseñados, monitoreados, constatados permanentemente en su eficacia por el paradigma de evaluación correspondiente a su naturaleza técnica o empírico-analítica. Una concepción de ésta índole, en un mundo regido por las cantidades y su rentabilidad, le preocupa solo la extracción de la fuerza de trabajo y de consumo del ser humano.
Control Ideológico de
El enfoque de las competencias no pudiera subsistir sin
En su estatuto de funcionamiento bajo el dominio de las competencias, en interés de presentarse como herramienta diferenciadora y novedosa,
“La evaluación, pues, se configura como uno de los pilares del enfoque de
Cada uno de los sectores de los Planes de Desarrollo de los gobiernos adscritos al modelo neoliberal, lleva
“…no es la duración de un programa formativo ni el grado de participación en el mismo ni el esfuerzo o motivación manifestados por el aprendiz, ni siquiera el grado relativo de progreso de su aprendizaje, lo que es objeto de evaluación para
Manual de procedimiento, y en la postura con la cual se pretende equilibrado, el de Asís Blas, presenta las objeciones o críticas a este enfoque de instrucción, clasificándolas de “…críticas de índole conceptual y filosófica…” (pág. 97) pero, realmente, devienen intrascendentes al circunscribirse a la corrección del enfoque para su mejoramiento, respuesta emitida de sus teóricos, Gonczi y Merteus, de presentar entonces “…una concepción de los estándares de competencia más abierta e integral, tanto contextual como culturalmente” (pág. 97). Lo hizo Gran Bretaña ampliando el número de competencias a adquirir, sin atención a las complicaciones generadas desde lo psicológico, personal, económico, político, social, cultural y educativo. Incluso, institucional para los planteles educativos acondicionados a esa formación acordar la universalización de esta instrucción para la población estudiantil acudiente a
Otros investigadores, desde varias posturas críticas, rechazan de plano la implantación en los planteles educativos y, sobre todo, en
Nadie pudiera estar en desacuerdo con la preocupación de preparar adecuadamente a los individuos para desempeñarse exitosamente en el trabajo y por medio de éste aportar al desarrollo productivo. La inconformidad surge cuando este interés comienza a convertirse en hegemónico y a
Para un autor, analista crítico de las competencias llevadas a las aulas universitarias, el Profesor Ronald Barnett, este instruccionismo, ya por el enfoque de competencias académicas y/o de competencias operacionales parcelan al ser humano. La promesa, remontar este instrumentalismo y “llegar a una idea del ser humano que no esté restringida por intereses sectarios, que contenga una idea de conocimiento que no sea nuevamente instrumental y que busque llevar a los seres humanos a situaciones no imaginadas porque serán ellos quienes las imaginan” (pág. 23). En el centro de esta problemática mora el ser humano, mas en el contexto se encuentra
Rememorando entonces a Foucault en su concepción del poder, Barnett visibiliza esos intereses: “La necesidad de un currículo dirigido a las habilidades surge de una estructura de intereses que desea cambiar las definiciones de lo que es importante en la educación superior” (pág. 92). El Neoliberalismo no únicamente ha desplegado una resemantización de las categorías de
El Profesor Barnett encuentra serias objeciones a
“Las competencias y los resultados no pueden servir como guía para un currículo de educación superior. La educación superior debe desarrollar capacidades críticas, entre las cuales se han de contar la evaluación de las competencias contemporáneas y el posible rechazo de las mismas. Ni siquiera la idea de metacompetencias –competencias de nivel superior que permiten invocar un conjunto de competencias– nos permite avanzar demasiado, por atractivo que sea (Fleming, 1.991). Las competencias, sean del orden que fueren, seguirán siendo comportamientos y capacidades para actuar de maneras deseadas y definidas por otros. En este sentido, ellas reducen la autenticidad de la acción humana (cfr. Taylor, 1.991)” (págs 121 y 122).
Competencias y resultados provienen de un lenguaje con limitaciones y prejuicios, predeterminando “…las características que deben llegar a tener los estudiantes”:
“Tal como sucede con las competencias, los resultados representan una forma de cierre. A partir de ellos se predeterminan las características que deben llegar a tener los estudiantes. Ambos términos son parte de un lenguaje lleno de prejuicios, imposiciones y estrecheces. Surgen de una forma particular de razonamiento, la razón instrumental, y buscan extender el dominio que ejercen en la sociedad a la educación superior y de ese modo tornar marginales otras formas de acción y razón”. (pág. 122).
Para Barnett, tanto la competencia operacional como la competencia académica, “…son concepciones estrechas del conocimiento y ambas están equivocadas, porque proponen una separación ilegítima del pensar y el hacer” (225); su crítica va dirigida contra la separación mantenida por la razón técnica de la teoría y práctica. De lo primero, el apego a la eficiencia y, de lo segundo, a “la verdad disciplinar”. (Barnett, 229).
Otra de sus conclusiones sitúa a los dos tipos de competencia en posiciones rivales. Realmente, “proyectos distintos por parte de sus adherentes”, no existe contradicción entre ellas; desde la concepción de donde se proyectan al horizonte a donde apuntan, corren nutridas por la misma corriente empírico-analítica de la ciencia y las ciencias, en la separación interesada, arbitraria, de la teoría y la práctica, mediada por el Positivismo en distintas versiones de ideología dominante de la sociedad capitalista. Con la avalancha mediática lanzada por la “Globalización” del modelo neoliberal de sociedad, de Sistema Educativo, ambos tipos de competencia se hermanan para producir los “ajustes programáticos” de las reformas educativas en el Currículo, ya en las ciencias naturales, ya en las ciencias sociales, el arte y la filosofía. Al interior de esos “ajustes” sirven al mismo propósito de ayudar a tallar, desde
Allá del “Mundo de
Acogerse a la concepción histórica del Currículo elaborada por Kemmis, en cuanto “El estudio del Currículo no puede hacerse más que considerando éste como un producto histórico y social que cambia (como todas las construcciones sociales) a rachas, como varían las circunstancias, como son reformuladas la ideas y los ideales, como cambian el orden de los discursos y la ordenación de la vida social…” (pág. 43), pudiera pensarse sería de mayor dificultad con una concepción así encajar en la elaboración de un Currículo capaz de atender a todos los requerimientos y no dejar nada por fuera. Para el Profesor Barnett, esto tal vez no devendría posible en los términos en los cuales hasta ahora, por las razones expuestas por él, al servicio de las competencias, como lo han intentado remediar para superar el sesgo de lo “tecnico-vocacional”, el Currículo ha sido concebido y dotado de contenidos. Salir de ahí y avanzar hasta “el mundo de la vida” haría alcanzable esa posibilidad negada.
Expresión de Husserl, ésta del “el mundo de la vida”, -según Barnett- ninguno de los anteriores tipos de competencia responde apropiadamente a un Currículo y a una formación verdaderamente integral, ¿Cómo construír un camino de salida? El profesor Barnett, siguiendo a J. Habermas, apoyado, a la vez, en la fenomenología de “el mundo de la vida” de Husserl, plantea un Currículo desde el “mundo de la vida” y habría de comenzar por adoptar “…una concepción alternativa del ser humano” (pág. 249). Tres columnas muestran cada competencia cómo se ocupa del conocimiento. “El mundo de la vida” entiende el conocimiento, un “conocimiento reflexivo”, con una “Definición abierta (con planteamientos múltiples), el “Diálogo y el argumento como tal”, la “Metacrítica”, el “Metaaprendizaje”, la “Dialogística”, el “Consenso”, “El “bien común” (definido por consenso), “Normas prácticas del discurso”, con el fin de la “mejor comprensión práctica”. Una Pedagogía Crítica de verdad, más allá de la comprensión como ejercicio de entendimiento hermenéutico, lleva esta comprensión a la acción educativa y política para transformar las condiciones de desigualdad en todos los aspectos sociales, suprimir la injusticia, instaurar una democracia popular y masiva como formas permanentes de vida. Donde, como lo predice el “mundo de la vida”, “…la experiencia total en el mundo de los seres humanos”, constituya la esencia circulante de
De la evaluación por consenso del “mundo de la vida” de Barnett, cabría anotar lo expresado de cómo también
Referencias
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Díaz Borbón, Rafael,
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